Críticas de todos los espectáculos de Marina Heredia |
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Espectáculos propios |
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Garnata
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"Marina Heredia, sultana del cante" |
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"La princesa que reinó en Sevilla" |
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"Cantes del Albaicín para la Giralda" |
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Tierra a la vista
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"Marina Heredia, cantante y cantaora de dos mundos" |
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"De cantaora a cantante" |
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A mi tempo
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"A mi tempo, un concierto de cante total" |
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"Marina Heredia clavó anoche su bandera en lo alto del cerro de las cantaoras magnas" |
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"Una nueva lección de cante a compás" |
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"Marina Heredia es Marina Heredia, con su idea del tiempo y el cante, con su compromiso con la calidad y con el flamenco" |
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"Música estilizada, hipnótica" |
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"Marina Heredia: Arte sin prisas" |
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"A mi tempo mejor Espectáculo de Música 2012" |
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"La evolución de Marina Heredia resulta alentadora para el mundo del flamenco que sigue creando artistas de una calidad sublime, extraordinaria y firme" |
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"Quien no fue se lo perdió. Allá ellos. Los que sí estuvimos, pudimos disfrutar de flamenco de altura, de sapiencia cantaora" |
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"Marina Heredia, una cantaora sublime y una artista mayúscula, desde que se sube al escenario enfundada en un vestuario selecto hasta que cierra cualquiera de sus cantes" |
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"Marina Heredia resetea el flamenco. El País estrena en exclusiva 'A mi tempo', el nuevo disco de la cantaora granadina que homenajea nueve palos del género" |
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"El triunfo de una señora granadina en Nîmes" |
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"Marina Heredia tiene hoy un millar de fans más. Nîmes ha caído rendida a los encantos de la cantaora granadina, una de las más brillantes estrellas del firmamento actual del flamenco" |
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Marina
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"Marina Heredia es un orgullo para gustos exquisitos" |
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"Marina Heredia es, ya para siempre, una cantaora intratable" |
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"Ya desde la espectacular salida, Marina dejó claro que esa no iba a ser una noche de aguas cristalinas, sino de llamas encendidas" |
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"Marina Heredia nos demuestra con un proyecto de gran nivel ser una de las mejores artistas para el futuro" |
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"Un trabajo de lo más flamenco, que merece la pena escuchar con tranquilidad y extraer la esencia del buen cante. Chapó!!!" |
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"Una cantaora que ha llamado para quedarse, que va a más cada día y que pone a todos los flamencos de acuerdo" |
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"Artista imprescindible, Marina en todo su esplendor" |
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"Todo en ella es hermoso" |
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Recital de Corte Clásico
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"Marina Heredia clausura el 'Ciclo Andalucía Flamenca' en el Auditorio Nacional de Madrid con las entradas agotadas" |
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"¿Qué es el flamenco? El flamenco es la niña del Parrón cantando bulería por soleá, eso que también se conoce como bulería para escuchar" |
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"La cantaora recuerda sus credenciales en la capital española y ofrece un recital de flamencura, poderío y tradición metiéndose al público en el bolsillo con su frescura añeja" |
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"Marina Heredia estuvo tremenda este viernes en su presentación en el Auditorio Nacional de Madrid. Con la voz cada día más flamenca" |
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"Marina Heredia avala Cajasol" |
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"Un elogio a la naturalidad" |
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"Marina Heredia, la leona de la Alhambra" |
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"El brillante cierre de los meritorios Jueves Flamencos fue un completo recital de cante a cargo de Marina Heredia con la sala abarrotada" |
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"La flamencura de Marina Heredia cierra el Ciclo de los Jueves Flamencos El concierto de anoche acrecienta la figura de Marina Heredia, que paso a paso va cobrando una dimensión gigantesca, situándola ya casi incuestionablemente a la cabeza de las cantaoras del momento" |
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"Cada recital suyo huele a consagración, a golpe cantado de flamenco y poder" |
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"Y eso significa cante tradicional, revisión de los referentes, homenaje a los maestros... crecimiento" |
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"Brilló en todo lo que hizo y, en ocasiones, con especial intensidad" |
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"Marina se arrancaba con esa dulzura, que más tarde en ocasiones se convertiría en voz desgarrada, espoleada por el público que seguía sus cantes muy atentamente" |
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"Lo formidable de la noche fue el cante cuajado y jondo de Heredia" |
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Cancionero del Sacromonte
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"Vuelve a reivindicarse como una de las voces más importantes del duende actual a base de verdad en todos los palos que toca en sus intervenciones" |
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"Marina ha sabido extrapolar los cantes de antaño a la más reciente actualidad sin perder un ápice de su valor. Y por eso está donde está" |
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La Voz del Agua
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"La voz del agua, el disco que pone de nuevo el acento en una de las cantaoras más destacadas de la brillante generación de povedas, estrellas y arcángeles" |
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"La cantaora granadina Marina Heredia logró el lleno en este hermoso recinto del Castillo, que parece recobrar su embrujo antiguo cuando se hace presente el arte" |
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Otros Espectáculos |
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Conciertos Repertorio de Música Clásica. "El Amor Brujo" de Manuel de Falla
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"Marina Heredia fue la encargada de poner la voz flamenca a la interpretación del ballet El Amor Brujo, de Manuel de Falla, junto a la Chicago Symphony Orchestra (CSO), una de las cinco mejores orquestas del mundo, conducida en esta ocasión por el director Pablo Heras-Casado" |
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"Reunión Anual de la Asociación Europea de Festivales 2013. Marina Heredia junto a la OCG dirigida por Domingo Hindoyan interpretan 'El Amor Brujo' de Manuel de Falla" |
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"Su voz profundamente seductora se sentía al mismo tiempo como la textura y el confort de ser enterrado hasta el cuello en la arena de una playa caliente con un tsunami que se avecina en el horizonte" |
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"Heredia, por su parte, ofreció una muestra de flamenco tradicional, cantado sin acompañamiento alguno" |
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"La cantaora Marina Heredia hizo una contribución apasionada en las selecciones vocales" |
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"Lleva a una cantaora de flamenco (Marina Heredia, con una áspera-amplificada voz) al escenario" |
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"Interviene aquí la voz, grave, fuerte, seductora, de Marina Heredia, cantaora de flamenco. No nos podríamos equivocar sobre los orígenes de la intérprete. Es la Andalucía bereber y gitana la que aflora. Y si nos centramos sólo en la voz, ésta llega a la esencia de la emoción, a esta parte de misterio inherente al cante flamenco" |
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La Música de los Espejos
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"Flamenco y poemas sinceros" |
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"Aute es flamenco..., y Heredia poeta" |
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"La hija de El Parrón acaba de cumplir 28 añitos, pero su arte fue capaz anoche hasta de quitarnos el frío del cuerpo. Y casi, casi, de los pies" |
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La Música de los Espejos
- Detalles
- Categoría: Prensa
- Published on Viernes, 25 Mayo 2012 09:28
- Escrito por Super User
- Visitas: 2004
Marina y Aute: verbo hecho carne
Aute se atrevió a pelo con "Al alba" en una lectura rota, desgarrada, dolorida,
y Marina Heredia le replicó con el mismo tema por bulerías
El País | Fernando Neira
Una inmensa finca de jara, olivos y matorrales en el corazón mismo de Chamberí. Chitón: el día que se enteren el señor concejal e urbanismo o los florentinos de turno estamos perdidos. Mientras tanto, bueno es que se aproveche este insólito reducto natural para iniciativas como ésta de la Música de los Espejos, una apasionada confraternidad de flamenco y literatura inserta en la tercera edición del festival Suma Flamenca. Quizá alguno de los altos ejecutivos alojados en el hotel Eurobuilding asomó la cabeza por el ventanal (no sabemos si para deleitarse con el inesperado regalo o para protestar en la recepción) en cuanto comenzara a cantar Marina Heredia.
Nunca el flamenco gozó de tratamiento tan nobiliario. Ni tan merecido. Incluso a la lluvia, que dejó empapaditas las alfombras y extendió el pánico entre los organizadores, le entró un arrebato de pudor y aceptó ceder el protagonismo al veterano bardo de la barba entrecana, el delicioso tocaor jerezano y la inmensa Marina. El maestro Caballero Bonald asentía satisfecho desde la segunda fila, tocado con su inseparable visera de paño, la media sonrisa siempre esbozada en ese rostro suyo de bonhomía. Algún día le tendremos que agradecer a este hombre, además de las novelas mayúsculas, su contribución a que el flamenco se haya expandido por otras familias y latitudes.
Heredia, de gris y rojo pasión, se apodera de la noche sin necesidad de alabrerías ni aspavientos. Su voz fluye natural, límpida, ardiente como llamarada. Y puesto que la velada iba de poetas, escogió un repertorio de hondo trasfondo lírico: desde la Balada del que nunca fue a Granada, de Rafael Alberti, a la tauromaquia de Illo y Romero, transformada en verso por José Bergamín. Aute la observaba embebecido, marcando el compás tímidamente por debajo de la mesa. Él sabe bien que el flamenco, más que aprehenderse, hay que sentirlo.
Como un cosquilleo que recorre la boca del estómago, como un pellizco a flor de piel. Verbo hecho carne con forma de bulería o de tanguillo, de verso libérrimo o popular.
El diálogo entre la cantaora y el poeta no se hizo pesado. Aute filosofaba sobre el amor y la muerte, una de sus dicotomías predilectas, y la granadina respondía con un emocionante cante torero. Se refería el cantautor al amor con mayúscula, “nada que ver con el aeróbic genital” (cuánta fortuna ha hecho la expresión), y la mujer contestaba con los Tangos de la penca, relato de amores y fatigas de los gitanos en el Sacromonte. No parecían importar ni el salto generacional ni el estilístico: pocas cosas hermanan tanto como la música. Si acaso, la poesía. Y allí, sobre el pequeño entarimado, los tres oficiantes disponían de todos los elementos.
“Antes tendré que quemar con lágrimas todas las fotografías”, recitó el de Manila con esa voz grave, cincelada por el alquitrán, que ha hecho fortuna entre varias generaciones de féminas. Recordó también su Réquiem andaluz, un romance escrito para Carlos Cruz hace tres décadas, cuando Andalucía era sinónimo de hambre y desesperanza. Subía la intensidad y a Marina Heredia Ríos no le quedó más remedio que arrancarse por soleares, “lo más profundo y verdadero del flamenco”. Para entonces, la guitarra de El Bola ya era una asombrosa caja de chiribitas.
Faltaba lo mejor. Aute se atrevió a pelo con Al alba en una lectura rota, desgarrada, dolorida, y Heredia le replicó con el mismo tema por bulerías. Como José Mercé, pero aún mejor. La hija de El Parrón acaba de cumplir 28 añitos, pero su arte fue capaz anoche hasta de quitarnos el frío del cuerpo. Y casi, casi, de los pies.

La Voz del Agua
- Detalles
- Categoría: Prensa
- Published on Viernes, 25 Mayo 2012 09:25
- Escrito por Super User
- Visitas: 2393
Luz cenital. Marina vuelve
Recogida, serena, profundiza en la soleá con marca de la casa, con marca "Parrón",
acompañada por el toque natural de Luis Mariano
flamenco-world.com | Silvia Calado
Manolo Caracol y Lola Flores son sólo algunas de las grandes figuras del flamenco que dejaron su arte en el escenario que Marina Heredia escogió para vestir de largo su nuevo trabajo discográfico La voz del agua. Respirando esa añeja inspiración, se plantó en la coqueta bombonera madrileña del Teatro Calderón –ahora patrocinado por una marca norteamericana de helados- rodeada de sus diez músicos, bellamente vestida por la diseñadora Ángeles Verano y dispuesta a desgranar el repertorio de su segundo álbum, el que se sincera con Marina Heredia.
Entre admiradores, amigos, familiares y el perfume de cientos de claveles rojos y blancos, hizo aparición en escena la cantaora granadina. Eligió como presentación el “Tango de las madres locas” del cantautor granadino Carlos Cano, un tema de forma y de fondo. No sólo da alas a todos los matices de voz, desde el terciopelo más dulce al rajo más jondo, sino que dice y denuncia. La fidelidad al disco es impecable, raro en flamenco, al igual que la solidez de la banda, variada en cuerdas y percusiones. Ya sentada, se aplica en el cante por malagueñas, rematado con fandangos del Albaycín. Entrega total, energía plena. La escena se desborda, inundando la sala. Y llueven oles y piropos. Recogida, serena, profundiza en la soleá con marca de la casa, con marca “Parrón”, acompañada por el toque natural de Luis Mariano.
Vuelve entonces la mirada a uno de los temas más tarareables del disco, que también los tiene. Con los coros allanándole el camino, entra en la bulería acancionada “La rosa tardía”. Y ahí se desfoga, con un acompañamiento ebrio de brío y vida. Tras el ‘flash’, retorno a la luz tenue, a la cosa jonda. Pero esta vez en pie, junto al piano de Fidel Cordero, que la lleva a la mina, paso a paso. Estampa. Quejío. Toca entonces alternar con la fiesta, con el ritmo, esta vez con la balada por tangos “Mil vidas”. Y ahí se luce, melosa y versátil, enganchando por lo amoroso y por el estribillo, poniendo un punto y aparte en el recital.
Intermedio para degustar helados –no es broma, el carrito se planta en el pasillo del patio de butacas, con sombrilla y todo- y para hacer vida social, que hay invitados más que ilustres... desde Pepe Habichuela a Luis Cobos, pasando por Nacho Cano. Y segunda parte. La bella granadina irrumpe con bata de cola negra y mantón, entre una lluvia de claveles y loas, arrimándose al piano para ponerse coplera con “A tu vera”. Artes de diva en el andar y posarse. Artes de cantaora en el interpretar.
Una grabación antigua la lleva entonces al Sacromonte, con aires morunos que retoma en directo la guitarra del jerezano José Quevedo “Bolita”, el productor del álbum, “mi media naranja artística”. Para la ocasión, viene vestida de rojo y flores, con un ay mirando para Tánger. Y ese estilo lo borda. Le da el peso propicio, preparándose para los momentos de cante valiente, de partirse la garganta y estremecer. El escalofrío permanece con la “Balada del que nunca fue a Granada”, pero de otra manera. El poema de Alberti habla de una cita que nunca pudo tener con Lorca... porque lo fusilaron. Y Marina Heredia pone el acento en el drama y en la letra. Que se entienda, que hiera, pero que entre por el oído dulce, fácilmente.
Mientras la música va formándose, con el violín de Alexis Lefèvre delante, “ese violín que llora”, se cambia para la última faena, con falda ajustada franjas negras, rosas, naranjas... y chalequillo torero. Dos toros. Dos poetas. “La gran faena” del granadino Manuel Benítez Carrasco, una canción circular en cuyo estribillo echa las penúltimas fuerzas. “Illo y Romero” de José Bergamín, por bulerías “cañeras”, con aire de fiesta flamenca... y taurina. El grupo engorda, crece, penetra contundente, casi a la manera del rock, pero sin enchufes. Vuelta al ruedo. Y salida a hombros tras la tanda de pregones a pie de escena, con la decena de músicos cubriéndole, callados, las espaldas. Marina Heredia selló así, derrochando jondura, gusto y raíz, la presentación de La voz del agua, el disco que pone de nuevo el acento en una de las cantaoras más destacadas de la brillante generación de “povedas”, “estrellas” y “arcángeles”. Y está que se come los escenarios...

Granada como inspiración
Marina trajo el arte con la orla de su bella imagen gitana
El País | Antonio Conde
La cantaora granadina Marina Heredia logró el lleno en este hermoso recinto del Castillo, que parece recobrar su embrujo antiguo cuando se hace presente el arte. Marina trajo el suyo con la orla de su bella imagen gitana para llenar la escena con sereno porte y desplegar un repertorio entre el cante y la copla con arrojo y entrega, hasta rozarse la voz en el empeño.
El ciclo Siete discos está hecho para presentar nuevas grabaciones, pero ella quiso, además, cantar por derecho en los estilos de su gusto. Una tanda de cantiñas la situaron para abordar los tercios de la soleá, desde Jerez a Alcalá, antes de una malagueña rematada por los abandolaos fandangos del Albaicín, un terreno que le es propio y en el que luce y parece sentirse a gusto, como más tarde se comprobaría. Porque, para acabar su concierto, Marina había elegido los tangos de su tierra, y en ellos volvió a lucir cantándolos en su justa cadencia ralentizada. Antes, se había marcado una minera junto al piano logrando transmitir su dolida emoción. Entre una y otra secuencia estuvo la parte que dedicó a las canciones de su disco, a las que defendió con un empeño que casi le cuesta la voz y con un Bola inconmensurable en la guitarra.
Referencias literarias (Benítez Carrasco y Bergamín) para coplas de temática taurina y, una relectura del poema de Alberti que musicara Paco Ibáñez como Balada del que nunca fue a Granada. Pero, sobre todo, ahí estuvo también su valiente interpretación del Tango de las madres locas, de Carlos Cano, con lo que se completaba un concierto de neta inspiración granadina.

Recital de Corte Clásico
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- Categoría: Prensa
- Published on Viernes, 25 Mayo 2012 09:27
- Escrito por Super User
- Visitas: 2558
Marina Heredia. La apoteosis del grito
Marina, como alguno más de su generación, elevan el grito a un panteón exquisito,
lleno de sabor, de azúcar, pero también de sal, y de pimienta, y de canela
volandovengo.blogia.com | Jorge Fernández Bustos
Pienso en las razones del viajero y se me ocurren varias respuestas. El sábado, sin embargo, marché para Almería sólo con la intención de escuchar a Marina por tangos. La Junta, a través de la Agencia Andaluza de Flamenco, ha ampliado los conciertos de Flamenco Viene del Sur a la ciudad más oriental de Andalucía. En principio, con sólo tres conciertos. Arcángel, que se pudo ver en el mes de febrero; La Orquesta Chekara de Tetuán y los Jóvenes Flamencos, que actuarán en mayo; y Marina Heredia que ocupó el escenario del teatro Apolo, como ya digo, el pasado fin de semana.
Decir que arrasó es quedarme corto. Almería es una ciudad callada, sin estridencias, pero cuenta con un gran número de aficionados, dos peñas flamencas en la capital y una docena repartida entre los pueblos. Almería no es un pavo real, pero tiene la vistosidad interna de haber criado a grandes figuras del flamenco. Así, un público entendido y exigente, quedó encantado con el buen hacer de la granadina. Y es que la joven Heredia está en un buen momento, tiene la voz hecha, con el aguardiente necesario, la frescura precisa y el desgarro controlado, para destacarse entre las mejores voces femeninas del flamenco actual. Le añadiremos a estas notas, el dominio de sí misma, la naturalidad en el escenario, la gracia y el empaque. Y, sobre todo, la modulación del grito. Marina, como alguno más de su generación, elevan el grito a un panteón exquisito, lleno de sabor, de azúcar, pero también de sal, y de pimienta, y de canela.
A Marina, en un principio, le iba a acompañar a la guitarra Pepe Habichuela, otro ingrediente interesante. Pero, al final, se cayó del cartel a favor de José Quevedo “Bolita” y Luis Mariano, quizá menos carismáticos (por ahora), pero más compenetrados y familiarizados con la cantaora, ya que llevan con ella varios años, bastantes conciertos y la grabación de su último disco. Puede que el concierto perdiera en expectación con este cambio, pero ganó en calor y esfericidad. Otra característica de la puesta en escena, son Anabel y Reyes, que no se limitan al compás y a los jaleos, sino que, en los cantes festeros, hacen unos coros entrañables que popularizan el cante y fortifican su redondez. Desde un primer momento, desde las alegrías que abren la noche, queda clara esta complicidad. En todos los temas, en una letrilla que otra, Marina reivindica Granada y su estampa y sus bondades. Es un nexo que no quiere dejar pasar como fiel embajadora de su tierra. Con Luis Mariano, a solas, aborda la soleá. Una pieza de nota. El flamenco que se precie debe cantar bien por soleares. Marina fue generosa y valiente.
Cambia de guitarrista y, con José Quevedo, hace malagueñas, que abandola con los fandangos que popularizara Frasquito, quizá respirando más de lo debido. Por levante también fue auténtica y respetuosa. Si no recuerdo mal, hizo tarantas, mineras y levantica, con un trasfondo espiritual que recuerda a Juan Pinilla. Las bulerías las empieza con la “Rosa tardía” coreado por sus palmeras, ese gran tema de “La voz del agua”, con letra propia. La anécdota llegó con los fandangos. El “Bola” le dio paso hasta tres veces seguidas. Marina no recordaba las letras y así, con desparpajo, lo dijo al respetable. Tras risas y aplausos, se descalzó y encajó sus tres fandangos amables. Los tangos, como esperaba, fueron un regalo. Las guitarra, perfectas, hilvanaban un soniquete único. Marina, grandiosa, enriqueció el cante de su tierra con los tangos de otros lugares y abrazó a Morente. Termina la velada con la bulería “Illo y Romero”, también de su trabajo discográfico, con letra de José Bergamín. Indispensable en su repertorio, que acompaña con una pataílla. Un bis por pregones, por si a estas alturas no estaba claro su poderío, ponen la guinda final.

XIX Festival Caja Madrid
La perenne y agradecida memoria del flamenco
La memoria siempre será patrimonio de las almas valiosas
deflamenco.com | Pablo San Nicasio
El acto de “acordarse de” es tan flamenco como jalear, pegar patadas (de las inocuas) o decir ole. Es algo que va con quien practica el deporte de lo jondo, y digo deporte porque estamos llegando a tal nivel técnico que me tendría que perdonar algún atleta de los que presumen de palmarés, pero sobre las tablas hay algunos que no les llegan muy lejos.
El caso es que se cerró el “Caja Madrid 2011” con la memoria flamenca por bandera, con esa habitual querencia al tributo de lo pasado que, en el fondo, es lo que alimenta el mismo flamenco, lo que deslumbra al que llega. Que con cuatro tercios se puede resumir una vida, y ya lo cantaban hace siglos. Por mucho que busquemos con la bola de cristal, resulta que todo o casi todo esto está inventado, y tan bien hecho, que seguirá emocionando a los que de nuevas busquen sensaciones fuertes. Y de paso inspirando a los que necesiten repertorio.
“Tomatito” volvía por Madrid y tenía delante un reto no del todo sencillo: decir algo nuevo. Había pasado por aquí estos años con su séquito flamenco y gitano habitual y lo que se dice novedad, no habíamos tenido demasiada. Pero ayer fue otro cantar. O mejor dicho, otro cante. Al señor Fernández Torres se le vio desde el principio muy metido, con ganas, enfibrado y sin el menor atisbo de querer bajar el pistón hasta bien entrado su recital.
“Luz de Guía” es el título del nuevo formato, unos dos años ha, que mueve por los escenarios del mundo este genial tocaor almeriense. Espectáculo basado en una mezcla de sus experiencias con el “latin” que tanta gloria le dio con el piano de Camilo y el flamenco que no menos eternidad le ha dado y le dará. Porque Tomate dirá y tocará lo que quiera, pero él nacerá, morirá y sobre todo, nos dejará a todos rendidos tocando flamenco.
Soniquete de una potencia y calidad como hacía años que no le oíamos por aquí. Incluso con nuevas propuestas. A cuentagotas, bien es verdad, pero algo hubo. Como el cierre de su levante inicial por abandolaos o las nuevas falsetas de su inmensa tercera propuesta por bulerías.
El recital de anoche de “Tomatito” fue para guitarristas, para dejar claro que sí, que los jóvenes, algunos, tienen soniquete, pero en “La Chanca” con residencia en Aguadulce siguen sabiendo lo que es eso. Inconmensurable en todos los territorios que pisó.
“Tomatito” basa sus números en introducciones sacadas de los números lentos de sus dos “Spain” y el progresivo acelerón por diversos compases: tangos, la rumba “La Vacilona”, tango argentino…. Siempre respondiendo a todos los envites, nunca se vio ceder en ambición a José y sólo al final, en el apartado que protagoniza el baile de José Maya, anoche irregular en formas e ideas, se le vio ponerse en plan segundón.
Hasta entonces la memoria particular de Tomate se había acordado, y mucho, de Camarón. Su José. En letras, falsetas como la que compartió en el ya lejano “Cositas Buenas” de Paco de Lucía o “dejes” de sus viejos tiempos al lado del genio. También le vinieron recuerdos de Huelva, de su tío Miguel, por bulerías y algún que otro homenaje mientras afinaba al aludido patriarca de todos: el maestro Paco.
No dejó en toda su hora de ser yunque, clavo y alcayata. Concentrado y dirigiendo banda.
Cerró “Luz de Guía” con un enorme recital de cante de Simón Román y sobre todo Morenito de Íllora, y el baile de José Maya. De soleá por bulerías a tangos y fiesta final por bulerías.
La segunda parte apuntaba también. Porque Marina Heredia ya no es la misma que prometía y siempre prometía. Ahora es figura y cada recital suyo huele a consagración, a golpe cantado de flamenco y poder.
Sobre el papel, cuenta mucho el programa que a uno le dan antes, tendríamos “Marina”. Es decir, un glosario de lo último que el mercado discográfico alumbró con su nombre. Pero su primera mitad de recital se basó en viejos y siempre nuevos recuerdos.
Cartagenera y taranta para empezar. Soleá apolá con un “Bolita” al que siempre le gustó ir por la cuerda floja del contratiempo saliendo airoso. Alegrías con más poder que gracia, y el público en el bolsillo.
Inicios donde un buen número de flamencos de siglo y medio “pacá” estuvieron presentes. Lo que decíamos de la memoria.
Y mitad final apoteósica. Con esos fandangos del Albaicín que son un auténtico diamante en bruto para ella y los cantaores que quieran seguirla. Cantes abandolaos rápidos, excitantes, de un atractivo estético brutal. Ahí hay petróleo para engordar repertorio, y ella ha sido la que ha buscado y encontrado primero.
Siguiriya llamando a las puertas de Jerez, de casa de doña Francisca Méndez, “La Paquera” también mentada.
Y aquí, en este punto, el dilema: Marina nos habla de Morente. De sus fandangos, los cuales interpretará a continuación. Y nos canta unos de Camarón y otros Macandé…nos quedamos como que no hemos comprendido bien. Ella inmensa, y sus guitarristas (ojo con Ricardo Rivera) capaces de poner en aprietos a cualquiera, menos a ella, que estaba pletórica. Pero hubo revuelo con lo de la autoría… ya nos contará.
Ella quiso recordar y ahí quedó. Fin por bulerías, rumba de Bambino y bis por tangos, donde sí vimos más nítidamente a un Morente que, aún no nos lo imaginamos fuera de aquí, fue protagonista toda la semana. Hasta en la forma de cogerse la chaquetilla veíamos a don Enrique…
La memoria siempre será patrimonio de las almas valiosas. Los que olvidan suelen volar, como los amores de polvo y arena.

Camarón y Morente
Hoy la noche va de genios
flamenco-world.com | Silvia Calado
Ya lo dijo Marina Heredia: “Hoy va la noche de genios”. La frase la pronunció al final de su actuación, que escogió cerrar con una rumba de Bambino. Y fue así, y con unas bulerías en las que juntó a La Paquera, a Lole y Manuel y a Parrita, como contrarrestó las lágrimas que le corrían por la cara mientras rendía tributo a Enrique Morente por fandangos del maestro granadino. Curiosamente, los que escogió fueron los que grabó Camarón.
Y ese abrazo entre ambos genios del cante flamenco marcó la noche. Y es que en la primera parte, Tomatito -que en foros como Festival Flamenco Ciutat Vella 2009 juntó su toque con la voz del granadino- ofreció su concierto 'Luz de guía'. Y ese faro no es otro que el de La Isla. El concierto es un sintético recorrido por su obra, que incluye los contactos con otras músicas de discos como 'Spain', con sus emblemáticas piezas flamencas, con acompañamiento al cante y al baile, y con el trabajo de 'patchwork' por bulerías que construye con retazos de falsetas que hizo para el cante de Camarón.
El público respaldó este homenaje cruzado con una actitud cálida y entregada, jaleando desde el primer momento con sus extrovertidos jaleos y, más o menos de tapadillo, sus cámaras digitales. A Tomatito y a los suyos le llovieron los oles, lo mismo en los dulces pasajes, que en los momentos de rítmica más viva, más eléctrica... siempre con las manos claras. El almeriense supo catalizar los ingredientes de su grupo, dispuestos más para lo colectivo que para lo individual, salvo el bailaor José Maya en el tramo final, que asombró a la audiencia, con un relampagueante viaje de la soleá a la bulería, pasando por tangos, que acabó con esa frase tan filosófica (y camaroniana) del “nada es eterno”.
Marina Heredia tomó el testigo plasmando su último disco 'Marina'. Y eso significa cante tradicional, revisión de los referentes, homenaje a los maestros... crecimiento. Acompañada a la guitara por un sugerente y eficaz José Quevedo, entró en materia por Levante y ahondó de seguido por soleá, un cante en el que se reta a bordear los límites en favor de la expresión. Y ya más el toque gaditano de Ricardo Rivera y las palmas y coros, alegrías que pasearon por La Alhambra, fandangos del Albaicín, seguiriyas a La Paquera... fueron los cantes que desgranó entre sentidos oles y cariñosos “guapa” del público antes del homenaje al maestro Enrique Morente, cuya ausencia es “para mi familia una pérdida artística pero, mucho más, una pérdida humana”. Y las lágrimas de Marina Heredia fueron las lágrimas de todos.

Cantando de corazón
Brilló en todo lo que hizo y, en ocasiones, con especial intensidad
El País | Ángel Álvarez Caballero
Marina Heredia cerró el XIX Festival Flamenco Caja Madrid, y lo hizo con un gran éxito. La cantaora granadina ha mejorado ostensiblemente su forma de cantar y ampliado el repertorio, hasta el punto de redondear una buena actuación. Su cante es de voz -a veces de excesiva voz, y tendría que medirse en esto-, pero también de corazón, pues en todo lo que hace pone un gran sentimiento.
Cantó por levante, por malagueñas, por soleares, por alegrías, por siguiriyas... Brilló en todo lo que hizo y, en ocasiones, con especial intensidad. Por ejemplo, en el homenaje personal a Enrique Morente, cantaor paisano suyo a cuyas familias unía una verdadera hermandad. Marina le cantó cuatro de sus fandangos con un sentimiento que llevó el silencio más absoluto a la sala. Después evocó, bailándola al tiempo con gracia, una rumba de Bambino. Cerró por tangos de Granada con nervio y con garra... En fin, fue la suya una intervención cuajada de aciertos, acompañada por las guitarras de Bolita y Ribera.
Antes había comparecido Tomatito con su grupo. Comenzó con unos breves compases en solitario -lo mejor de su concierto-, y después inició ya la música de conjunto. La música no fue demasiado importante, la verdad, pues se nos antojó muy repetitiva, insistiendo el propio Tomatito una y otra vez en toques casi copiados unos de otros, lo que condujo con frecuencia a la monotonía. En otras ocasiones, como la larguísima secuencia de tangos que cantaron Morenito de Íllora y Simón Román, la guitarra de Tomatito se mantuvo intencionadamente en un segundo plano que decía muy poco de su protagonismo. Dentro de su actuación, hay que hacer mención de un adolescente bailaor, José Maya, que cerró el concierto con una larguísima interpretación de un baile acelerado, muy efectista en algunos momentos, pero no carente de calidad.

Festival Internacional del Cante de las Minas 2012
Y es de ‘Graná’
El País | Antonio Parra
Fue una noche magnífica de cante, aunque también agridulce. En la quinta gala del Festival de La Unión, celebrada el pasado lunes, actuaron dos jóvenes cantaores, aunque ya muy maduros y sobradamente preparados: la granadina Marina Heredia y el onubense Arcángel.
Lo formidable de la noche fue el cante cuajado y jondo (y de corte clásico como repetidamente se había anunciado) de Heredia, y algunos destellos de su gran talento creativo de Arcángel, aunque fue este quien puso la nota agridulce, pues salió al escenario a su pesar con una afección de garganta que limitó mucho sus posibilidades, y que se notó especialmente en su interpretación de los cantes mineros.
Hubo momentos en los que incluso le falló de manera muy clara la voz, y hasta tuvo que abandonar durante unos minutos el escenario. Al regresar ante el público, tuvo un gesto poco frecuente entre los flamencos: reconocer que no estaba al cien por cien, pese al empeño, y pidió disculpas.
Lo habitual entre los artistas de este género es salir al escenario estén o no bien de voz y si tienen que abreviar abrevian y echan la culpa al impertinente catarro, aunque lo profesional en esos casos sería no actuar y tampoco cobrar. Arcángel, sin embargo, dejó claro que no era correcto cantar en esas condiciones sobrevenidas, pero ya que estaba allí siguió y, pese a las carencias, alcanzó momentos sublimes, por ejemplo en la seguiriya, en la que se quejó y se dolió con una jondura ya casi desconocida. Fue, pese a todo, una pena no poder escucharlo en plenitud, pero aún así, el público reconoció el esfuerzo del artista y lo jaleó y ovacionó cariñosamente durante toda la noche.
Memorable Heredia
Pero antes, había actuado Marina Heredia, que salió al escenario con una elegancia muy flamenca. Si hay que ponerle algún pero a su actuación fue la toná de salida, completamente prescindible y que no parece su más conseguido palo. Pero hoy resulta que se obtiene un plus arrancando por tonás y si es a capela más. El resto de su actuación fue sencillamente extraordinaria. Ya se entonó por alegrías y consiguió la excelencia en una soleá de muchos quilates. También tuvo altura su seguiriya y alcanzó momentos memorables en el resto de su actuación: malagueñas, tangos y bulerías.
Hoy martes, concluye el ciclo de galas con la actuación de Pasión Vega, y a partir de mañana comienza el concurso, que tendrá su conclusión el próximo sábado con la gran final y entrega de premios.

Marina Heredia triunfa con su 'Recital de corte clásico'
Ideal.es | EFE
En la quinta gala del Festival internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia) el cantaor onubense Arcángel presentó su espectáculo 'Desde la tierra' y la granaína Marina Heredia su 'Recital de corte clásico'. Los dos jóvenes, que dejaron de ser promesas para ser unos muy buenos cantaores de gran proyección, ofrecieron una gran noche de cante jondo del bueno, cosechando un gran éxito de público, siendo despedidos entre grandes aplausos con el público puesto en pie.
Le tocaba a Marina Heredia actuar en primer lugar y salió sola al escenario cantando por pregones, con vestido negro de volantes y con una preciosa mantilla sobre sus hombros, y cosechó las primeras palmas, continuó con unas alegrías y ya se dejaban notar las palmas de Anabel Ribera y de Jara Heredia que marcaban el compás. Su guitarrista José Quevedo, 'Bolita de Jerez', tocaba suavemente las notas de la malagueña y Marina se arrancaba con esa dulzura, que más tarde en ocasiones se convertiría en voz desgarrada, espoleada por el público que seguía sus cantes muy atentamente, y de la malagueña pasaba a unos excelentes fandangos del Albaicín, acordándose de los cantes de su tierra.
A Marina Heredia, que se había venido para arriba definitivamente, al parecer le molestaban los zapatos y ni un momento dudó para quitárselos y dejarlos detrás de la silla, y comenzó un buen cante por soleá. Y después acordándose de la tierra en la que estaba quiso hacer unos cantes mineros y dijo: «Estando donde estamos, voy a cantar con todo mi cariño y quiero hacer un homenaje a la que para mí es uno de los pilares de este cante», refiriéndose a la cantaora de La Unión, Encarnación Fernández, y cantó por minera y levantica.
Les siguieron unas escalofriantes seguiriyas, al estilo de la Paquera de Jerez, que fueron muy jaleadas, unos tangos que terminó cantando a capella. Y terminó por bulerías recordando a Camarón de la Isla. Le tocaba el turno a Arcángel, que a pesar de llegar tocado de la garganta, hizo un pedazo de recital, comenzando espectacularmente ligando los tercios de una serie de malagueñas, que remataba con una rondeña y unos fandangos de Lucena, conectando con el público, que de vez en cuando murmuraba: ¡Qué bien canta! Y espléndidamente cantaba la caña, un palo flamenco que aparentemente parece fácil y es muy difícil de cantar bien.
Arcángel llevó como dos fieles escuderos a dos muy buenos guitarristas, y para cantar por cantes de Levante, le acompañó Dani Morón para hacer el taranto y la minera. A continuación con el guitarrista Miguel Ángel Cortés cantó muy bien por seguiriyas, siendo piropeado por aficionados que gritaban olés.
Después del aplauso del público se arrancó por alegrías, hasta llegar a los sones de los fandangos de su tierra. Al finalizar el público se puso en pie tocándole las palmas durante varios minutos. Y Arcángel agradecido dejó en el aire el sabor de otro fandango cantado a capella.

Cancionero del Sacromonte
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- Categoría: Prensa
- Published on Viernes, 25 Mayo 2012 09:23
- Escrito por Super User
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La verdad del Sacromonte
Marina Heredia bordó los tangos y la "Salve" en su espléndida actuación de anoche
en la vieja Abadía
Ideal | José Manuel Rojas
Granada y su mundo flamenco han recibido dos merecidos homenajes en esta temporada. Primero fue Juan Andrés Maya en los 'Otoños Flamencos' y anoche, Marina Heredia, con su 'Cancionero del Sacromonte', que centrándose en un barrio de tanto arte ha vuelto a reivindicar lo nuestro.
Si decir flamenco en Granada es decir moruno, decir flamenco en Granada es decir Sacromonte. Y si hay un lugar emblemático, amén de las cuevas que recorren este barrio, ese es la Abadía sacromontana. Un lugar sagrado que guarda el resquicio de una herencia gitana que ha sabido mantenerse a lo largo de los siglos. Con un hilo argumental tan sencillo y bonito como recrear la vida durante un día de grandes artistas como María 'La Gazpacha', Juanillo 'El Gitano' o Tía Marina Habichuela se presentan distintas estampas del Camino. Los cantes de fragua, la vida en las cuevas, el trabajo en las zambras, los dejes en torno al paso del Cristo de los Gitanos y el homenaje a lo puro rememorando la época dorada de la Venta Zoraida.
Lo popular como la mosca se mezcla con la poesía de Benedetti y de Lorca, las composiciones de Falla y Ángel Barrios con los soniquetes populares de los tangos y los estilos propios de un espacio donde el flamenco siempre se ha entendido de una manera propia; sin necesidad de colorantes y conservantes.
Todos los participantes merecen líneas y líneas de elogios por formar un elenco de tanta calidad y tan implicado en algo que sienten. Marina se quitó la espina clavada por su irregular actuación el año pasado en el Patio de los Aljibes, y vuelve a reivindicarse como una de las voces más importantes del duende actual a base de verdad en todos los palos que toca en sus intervenciones; bordó los tangos y la 'Salve'. Jaime 'El Parrón' demuestra que los que dicen «que es el gitano que mejor canta por soleá» no están muy equivocados y por seguirillas tampoco desentona. Y Manuel Osuna refrenda que no hay edad para cantar bien por fandangos del 'Niño de la Calzá' o por lo que se le ponga por delante.
Baile y guitarras
Tras un percance, Jara Heredia vuelve al baile con muchas ganas documentando la escena de la zambra y dejando claro que no ha perdido un ápice de buen hacer. Ochando, Mariano y 'El Bolita' a las seis cuerdas componen un trío de guitarristas con capacidad de ir del clasicismo a la fiesta con las mismas garantías de solvencia.
Todo esto, junto a la excelente sonorización de Juan Benavides y un público que se metió en la historia desde el principio, propició una de esas noches difíciles de olvidar para la retina y para el oído. Una noche donde Marina consiguió reunir a lo sagrado y a lo profano, a lo popular y a lo culto. Por siempre, viva el Sacromonte.

En el buen camino
Marina ha sabido extrapolar los cantes de antaño a la más reciente actualidad
sin perder un ápice de su valor
deflamenco.com | Antonio Conde
En la ciudad de la Alhambra se abren mil lugares que dan cuenta de la herencia morisca que queda en cada rincón de sus calles, de sus palacios, de los olores que impregnaron durante siglos esta ciudad. Si decir flamenco en Granada es decir moruno, decir flamenco en Granada es decir Sacromonte. Y si hay un lugar emblemático, amén de las cuevas que recorren este barrio, ese es la Abadía sacromontana. Un lugar sagrado que guarda el resquicio de una herencia gitana que ha sabido mantenerse a lo largo de los siglos.
La 58 edición del Festival de Música y danza de Granada, como cada año, incluye en su libreto un espacio dedicado al flamenco. Y la magia del cante más puro que tiene la ciudad de la Alhambra ha rendido honores al cante. Marina Heredia, hija de Jaime “El Parrón” y albaicinera de pro, presentó en estreno absoluto “Cancionero del Sacromonte”. Una deuda que el flamenco tenía con la ciudad y ha sido la cantaora granadina la que ha rendido honores a la tradición. Un recorrido de cantes, letras y estéticas nos trasladaron a la Granada de la década de los años 30-40, cuando desaparecido Lorca y sumida en la pobreza que dejó la guerra civil, los gitanos del barrio supieron mantener su bastión como medio de vida.
El espectáculo en sí estuvo muy cuidado en todo su contenido. La diseñadora sevillana Vicki Martín Berrocal puso el notable en la estética de los trajes de época. Pero el testimonio cantaor fue el que engrandeció la velada. Marina estuvo entregadísima de principio a fin. “el Parrón” recorrió el “camino de los herraores” con martillo, con la voz rota, esencia fragüera a golpe de debla y martinete. Los textos de Mario Benedetti y Lorca en la voz de Josefina Ramírez sirvieron para trasladarnos a la época. Y brotó la magia de Marina en la zambra. Marina ha sabido extrapolar los cantes de antaño a la más reciente actualidad sin perder un ápice de su valor. Y por eso está donde está. El tango de los merengazos, la mosca y el fandango del albaicín dieron empaque al cante más arraigado del camino de las cuevas. Un recorrido por la Granada procesional, en forma de saetas y salves, dejaron paso a la fantasía musical de Miguel Ochando en fragmentos de La vida breve de Falla, y bulerías del Albaicín, de Ángel Barrios.
Las guitarras de Luis Mariano, que cada día suena mejor y la infatigable sonanta del jerezano José Quevedo “Bolita” acompasaron el resto del recital.
Marina fue la protagonista indiscutible. Su voz está hecha, redonda y juega con ella a su antojo. La dulzura de su cante abraza el desgarro de sus quejios cuando su voz emite ecos de jondura.
El cantaor Manolo Osuna que pinceló fandangos aportó la majestuosidad del cante antiguo. Hubo dos momentos especiales en la noche; el primero el recuerdo a Tía Marina habichuela, tía de Juan, Pepe, Luis, y Carlos Habichuela; cante por granaína rememorando aquella tarde en la terraza de una cueva con vistas a la Alhambra, y el segundo, de nuevo el recuerdo a uno de esos lugares por el que pasaron lo más granado del cante de la época: “La Venta Zoraida”. El cuadro de la nueva venta lo formaron Reyes Martín, Anabel Rivera, Toñi Nogaredo y Jara Heredia.
Paso a la soleá y seguiriya del “Parrón”, añejas, habladas, con olor al vino, con flamenquería, con gusto, haciendo honores al cante de Juanillo el gitano.
La respuesta del público dejó que desear. O no entendió el mensaje o no conoce las tradiciones de la ciudad, pues estuvo frío y distante. Y a pesar de ser un estreno y que queden ciertos matices por pulir, la firme idea de exponer en un escenario el argumento flamenco que arrastra Granada desde hace décadas, es motivo de elogio para la cantaora albaicinera...
